Apuntes sobre Al filo de la medianoche de Miyó Vestrini *

 

“La entrevista es un acto sexual, caminar el ser de otra persona, traspasar sus zonas claras y oscuras, descubrir sus máscaras, retirarlas y dejar que ese personaje ‘represente su vida”

Nelson Hippolyte

La obra periodística de Miyó Vestrini es tan extensa y versátil como desconocida. La fugacidad ingrata del diarismo ha contribuido en gran medida a que una de las plumas más destacadas del periodismo nacional no haya sido, revisada y estudiada con el propósito de atisbar su aporte en la consolidación del periodismo cultural venezolano.

Entre los años 1980 y 1981, Miyó Vestrini publicó en el Papel Literario[1]del diario El Nacional, un conjunto de textos bajo el nombre de Al filo de la medianoche, columna que aparecía de manera irregular en aquellas páginas legendarias, alimentadas por escritores e intelectuales de la talla de Salvador Garmendia (con su columna La vida buena), Ludovico Silva, Luis Britto García, Juan Liscano, Juan Carlos Onetti, Tomás Eloy Martínez, Isaac Chocrón (con la columna Señales de tráfico), entre otros no menos importantes. Eran tiempos de gran competitividad, pues el periodismo cultural se había situado en altos estándares de calidad y además existía un florecimiento de diversas y numerosas revistas, suplementos y publicaciones culturales que ofrecían a los lectores una gran y variada oferta editorial especializada en literatura, artes y ciencia.

Para ese entonces Vestrini había acumulado una sobrada experiencia y una trayectoria como periodista cultural intachable en diversos medios de comunicación como Diario de Occidente, La República y El Nacional, demostrando su audacia e inteligencia y siendo acreedora del Premio Nacional de Periodismo en dos oportunidades (1967 y 1979). De manera que un proyecto como columnista suponía un hecho de relevada importancia, entre otras razones, por las licencias discursivas y de creación que un género de opinión como este permite a quien escribe, sumándole a su ejercicio, una mayor libertad de experimentación con el lenguaje y la forma.

Para esta edición fueron seleccionados catorce textos de Al filo de la medianoche y dos más aparecidos en Papel Literario dentro del marco temporal de los anteriores, con el mismo tono y propuesta periodística. Todos los textos son entrevistas a escritores e intelectuales venezolanos, presentados en una estructura narrativa poco convencional en cuanto al género se refiere. Los mismos se inscriben dentro de lo que Montse Quesada (2008, p. 128), llama entrevista literaria, cuyas características principales van desde la presentación del personaje bajo una mirada distinta con la que habitualmente es visto en el medio donde se mueve, a la proposición de una nueva dimensión estética del texto, nutrido por los recursos literarios de la narración, hasta la asunción del factor subjetivo “como mediador de la conversación” que ofrece al lector “una multiplicidad de interpretaciones, una pluralidad de lecturas”.

En este sentido, ante la tendencia obsesiva del género de la entrevista por reconstruir al personaje como un héroe o personaje épico, centrándose en una cronología de trayectorias exitosas e inventarios de logros y famas, Miyó Vestrini deconstruye a los personajes, los interpela, los confronta, los hace titubear y los presenta en todas sus contradicciones humanas, dudas y devaneos. Más que recrear a un personaje para admirar, como si fuese una pieza arqueológica de museo, la periodista lo devela en la complejidad de la existencia con sus errores, arrebatos y desamparos. Es esa su ética de la entrevista: presentar al personaje lo más honestamente posible sin preciosismos y sin pretensiones de levantar verdades inquebrantables.

Asimismo, Vestrini intenta abolir ciertos mitos y afirmaciones legitimadas en el contexto mediático que han caracterizado a los personajes entrevistados, para reactualizar y poner al día los cambios de opiniones e ideas de los mismos, haciendo eco de la crítica literaria, círculo de escritores, jurados o el público en general, en la oportunidad de que el personaje se confronte con las diversas impresiones que los otros tienen sobre sí o sobre su obra.

En cada una de las entrevistas, hace uso de los mecanismos ficcionales, incorporándose dentro del texto como narradora, autoconfiriéndose cualidad de personaje, incluyéndose, en palabras de la investigadora literaria Alicia Rueda Acedo (2008, p. 142), “como una de las voces del trabado polifónico que en ella se presenta”. De esta manera, la autora-entrevistadora, en su calidad de personaje, deja entrever en algunos textos su propio carácter frontal, avasallante, y en algunos casos sus prejuicios, opiniones y dudas, exponiéndose a sí misma como un personaje más en la entrevista que actúa, piensa y se hace preguntas. Rompe así, con la estrechez del estilo periodístico apegado a las normas de la objetividad, y no se somete a las cadenas impuestas por el imperativo de la actualidad que supone la entrevista tradicional. Esto da como resultado textos que perviven sin perder vigencia por su carácter atemporal.

Vestrini no compite en el texto con el personaje, al contrario lo hace sonar con su propio ritmo. En una entrevista realizada por el también periodista cultural Pablo Antillano, la escritora declaró: “Tengo una tesis muy vieja que siempre he defendido… Lo más importante es el personaje y no el periodista. Lo importante es que el personaje diga, hable de sus cosas más secretas. El periodista debe quedar un poco en la sombra” y completa afirmando “En muchos casos los periodistas están tan fascinados con la elaboración de sus propias preguntas que no oyen las respuestas”

Por otra parte, haciendo uso de la “facultad performativa de la interrogación”, tal como lo define Leonor Arfuch en El espacio biográfico (2012, p. 124)[2], y con conocimiento de los lugares comunes y posibles recorridos biográficos acostumbrados en el género de la entrevista, Vestrini logra en muchas ocasiones romper con las secuencias discursivas lineales, dislocando la dirección de la entrevista a favor de generar situaciones inesperadas, no controladas por el entrevistado, algunas veces incómodas, logrando extraer de las mismas, reacciones, gestos y palabras verdaderamente espontáneas que perfilan con mayor honestidad la personalidad de los mismos. Esto supone un hallazgo importante en el marco de un encuentro tan cuidado y mesurado (por ambas partes), donde el entrevistado prepara muchas veces un guión preestablecido para dar respuesta ante ciertos temas que son de obligada estación en el género: la infancia, la trayectoria de la profesión, vocación, etc. Vestrini recorre algunos de estos temas pero a su vez los utiliza de trampolín para alcanzar su objetivo: penetrar en las zonas más conflictivas de los personajes.

Producto de la confrontación, los textos de la periodista ganan tensión dramática. Ella pone el acento allí, donde emerge un gesto o una palabra auténtica del personaje, aún cuando estos sean dolorosos, contradictorios, disparadores de discusiones. La entrevistadora propicia el desborde del encuentro, llega a lo que Hippolyte (1993) denomina el clímax de la entrevista.

La descripción de los escenarios donde acontece el encuentro con los personajes, el uso de la anécdota como recurso que ofrece pinceladas sobre el carácter de los mismos, el registro de las reacciones, entonaciones de la voz y lenguaje gestual, inclusive la presentación, en ocasiones, de breves esbozos definitorios en clave poética, son algunos de los recursos narrativos usados por la periodista para introducir la entrevista, bajo la estructura de: entradilla, preguntas-respuestas y cierre, que la mayoría de las veces concluye con una respuesta del personaje que da por terminado el encuentro.

Con estas entrevistas literarias Miyó Vestrini dio el paso hacia arenas más movedizas, una fase de su obra, en la que el periodismo y la literatura comienzan a entrecruzarse. Hasta ahora, la escritora se había apegado a la redacción periodística y es con la columna que comienzan a materializarse nuevas búsquedas. Publica Isaac Chocrón frente al espejo, un libro híbrido, biográfico, que tiene como hilo conductor la entrevista, pero que desemboca en el relato, el texto dramático, el monólogo y hasta el género epistolar. Conversa más tarde, con el poeta Armando Rojas Guardia y acuerdan comenzar encuentros para la escritura de un libro bajo la misma perspectiva (Díaz, 2008). Trabaja en el libro Salvador Garmendia, pasillo de por medio, una obra donde además de todo lo explorado a nivel narrativo con el libro anterior, entrelaza sus propias memorias con las del escritor barquisimetano, perfilando así una propuesta periodístico-literaria única en su estilo dentro del periodismo cultural venezolano.

Estas entrevistas marcan el inicio de un nuevo proceder con respecto a sus anteriores trabajos, dan cuenta por un lado, de su determinación y excelencia, su sensibilidad ante la complejidad humana, su amplísimo conocimiento y comprensión del panorama cultural de su tiempo, su maestría como entrevistadora, nada complaciente. Y por el otro, ofrecen el testimonio de su tiempo en la voz de estos creadores, recogiendo en sus trabajos parte de nuestra memoria como país.

Alfilo
Foto de Ediciones Letra Muerta

* Este texto es la introducción del libro Al filo, entrevistas de Miyó Vestrini (1980-1981) publicado por el sello editorial Letra Muerta, aproximaciones de un trabajo mucho más extenso que he venido desarrollando en torno a la obra periodística de esta extraordinaria escritora.

[1]Para ese entonces el Papel Literario circulaba los domingos, con un centimetraje de cuatro páginas tamaño estándar dentro del Cuerpo E, ambos dirigidos por Luis Alberto Crespo, coordinados por Teresa Alvarenga y diseñados por Víctor Hugo Irázabal. El cuerpo E, se dedicada a las artes, el cine, la danza, el teatro y la comunicación, mientras el Papel literario abordaba la literatura y la filosofía.

[2] Arfuch se refiere al acto ritualizado de la entrevista sostenido sobre su valor ilocutorio (Austin) que concierne a la relación entre los interlocutores y se construye a partir del derecho y casi la obligación del entrevistador a preguntar y del entrevistado a responder.

Referencias

Antillano, P. (1980, 29 de septiembre). Entrevista a Miyó Vestrini: “Lo ideal es vivir con el personaje”. El Nacional, p. C-21.

Arfuch, L (2010). El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Díaz, M (2008). Miyó Vestrini. Caracas: Editora El Nacional

Hippolyte, N (1992). Para desnudarte mejor. Realidad y ficción en la entrevista. Caracas: Monte Ávila Editores

Quesada, M (2008) Una cita para entreverse: en torno a la entrevista. Boletín Hispánico Helvético. Vol 12. (123-137)

Rueda-Acedo, A. (2008) De la mirada al texto: La entrevista literaria en Elena Poniatowska. América sin nombre. N. 11-12 (dic. 2008), pp. 141-147

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Hermoso. Deseo muchísimo leer este libro.

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  2. Gracias Víctor. Te puedo prestar mi ejemplar. Un abrazo grande para ti, para Ani y para la nena.

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